PUBLICADO EN 2013
PRÓLOGO
Donde nacen los silencios hay un lago helado y bancos con viejas historias de amor tatuadas. El viento arrastra pensamientos pinzados con recuerdos grises y verdes. Se esconde el sentimiento
de un “te necesito” mudo y un piano carcomido por el olvido (su madera llora). Donde nacen los silencios empiezan mis letras y terminan tus labios sellados por cosas tan incomprensibles como
estos garabatos.
Solía rellenar mis horas huecas con abracadabras de papel, pensaba que el silencio de mi mundo era cuanto necesitaba para escribir, pero no hay un silencio perfecto sin tu etérea presencia. Ahora ya no hay palabras vacías, sólo rincones con montoncitos de canicas.
Quizás querido lector, el virtuosismo de tus miradas transparentes me enseñen a ver más allá de mis dedos en movimiento, y pueda por fin entender la complejidad de este vacío donde cabe todo. He intentado describir el eco del silencio. Mis palabras se estrellaron contra el tintero dejándome sin voz, con más de ti querido lector y menos de mí, mucho menos de mí. He intentado despertar dentro de un sueño tangible, y me he dormido en las ramas de un avellano, prendido del pico de la luna, y como hasta ahora en silencio, siempre en silencios.
Porque también mis silencios son una forma de amar.